Problemas en el paraíso

MOTHER! ⎢ Darren Aronofsky, 2017

mother! (EUA, 2017) es de esas películas de las que puedes elogiar el pasar un mal rato. Es innegable que el filme se empeña en agredir la sensibilidad del espectador. Coloca en el centro del relato a un personaje femenino que es víctima de las pretensiones de su esposo, un egocéntrico escritor que ante el bloqueo creativo abre su residencia a una procesión de desconocidos. El personaje que la película únicamente denomina como “mother” (interpretado con una pueril dulzura por Jennifer Lawrence) se dedica con minucia a remodelar el hogar en el que se encuentran, a construir un “paraíso” para ambos. Su rostro es sumamente angelical. Su entrega por resguardar ese espacio un acto de amor. De ahí que la presencia de extraños resulte hostil y escale a situaciones inesperadas: desde un cigarro que uno de los invitados prende sin consideración, a la inquisición de una mujer sobre si la pareja desea tener hijos, al conflicto entre dos hermanos que concluye en un asesinato, a la llegada masiva de lectores fanáticos, a la destrucción paulatina de la casa, a la violencia despiadada y cruel. El realizador Darren Aronofsky concibe una pesadilla nefasta, que además puede acusarse de misógina. En el espíritu destructivo con que filma hay un pulso que mantiene aterrorizado al espectador, pero es justo esa sensación la que puede resultar fascinante.

Es una experiencia similar a la que se percibe en las películas de Lars von Trier o Roman Polanski. Queda clara la influencia de Rosemary’s Baby (EUA, 1967), con una puesta en escena que exhibe cómo la maldad germina de manera insospechada. Pero la muestra más perversa de la visión de Aronofsky es que el filme se entienda como una versión tergiversada de la mitología cristiana. La falta de realismo y de elementos sin explicación obligan a pensar la historia como una alegoría de algo. El recinto en que se encuentran, en medio de un jardín sin fronteras, remite a un edén separado de la realidad. Los personajes que detonan la historia son personificaciones de la indolencia humana. La mujer, con su capacidad de dar vida, un símbolo de la naturaleza. El esposo escritor, orgulloso de sus creaciones, un dios obsesionado por la respuesta de sus seguidores. Su discurso sobre recibir en el hogar a cualquiera que lo solicite y la necesidad de perdonar sus ofensas es el de un loco. La entrega de su hijo, una barbaridad. Bajo la belleza de sus palabras hay en realidad un desdén hacia la humanidad, porque lo que importa es el acto creador encima del dolor que lo origina. Es una postura que Aronofsky, como realizador de la película, parece asumir y la que ha provocado el mayor rechazo ante la audiencia.

Pero mother! es también muestra de cómo el director ha sabido aflorar el horror con una (des)mesura encomiable. Como la cámara rara vez se desprende de los gestos de la madre, propicia una subjetividad que resulta claustrofóbica. Es una puesta que permite jugar con el sonido, siempre chirriante, y cuyos murmullos se van transformando lentamente en estallidos. De escenas en las que gobierna la tranquilidad, Aronofsky abre paso al caos con una facilidad tremenda. La casa en que se encuentran palpita como si tuviera vida propia, y con ello despierta la abrumadora sensación de riesgo. Y el cierre de la película, en donde la destrucción se concibe como una fuerza purificadora, alude a un ciclo que en realidad es angustiante y que mantiene prisionero a quien lo detenta. Quizá la película sólo sea tolerable si uno se dispone a endurecer el corazón por un rato. HH

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